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Fue en su momento uno de los edificios más altos de Valencia. Cuenta su aparejador, Pablo Hernández, que es «el edificio mejor hecho de España de viviendas subvencionadas». Es el Grupo Residencial Puchades-Cubells, conocido como el Balcón de Levante, un proyecto de los padres del Movimiento Moderno valenciano, Cayetano Borso di Carminati y Rafael Contel.
Pablo Hernández Soler tiene 88 años y una memoria que recorre fácilmente los entresijos de los edificios de la ciudad. Este aparejador ha dirigido la ejecución de muchos de los inmuebles que hoy forman parte del legado del Movimiento Moderno, haciendo realidad los proyectos de arquitectos como Fernando Moreno Barberá, Cayetano Borso di Carminati, Rafael Contel Comenge y Román Jiménez Iranzo.
COMO APAREJADOR, TRABAJAR CON TÉCNICAS Y MATERIALES QUE ENTONCES ERAN INNOVADORES, ERA TODO UN RETO
La Escuela de Agrónomos
Uno de sus encargos fue la Escuela de Ingenieros Agrónomos y Peritos Agrícolas, proyectada en 1960 por Moreno Barberá y Borso di Carminati, construida entre 1964 y 1967 y hoy parcial y tristemente demolida. Pablo Hernández desarrolló sus mediciones en proyecto y dirigió parte de la ejecución de la obra. Las nuevas técnicas constructivas y materiales se plasmaron en su geometría de volúmenes de hormigón, estructuras de acero y cerramientos de vidrio. «Como aparejador, trabajar con técnicas y materiales que entonces eran innovadores, era todo un reto». Fue el momento de la construcción de las facultades de la Avenida Blasco Ibáñez, entonces Paseo de Valencia al Mar, creadas por decreto ministerial en 1959, que nos dejó grandes joyas arquitectónicas, como la Facultad de Derecho o la de Filosofía y Letras.
Balcón de Levante y Residencial Villadesol
Con Borso di Carminati y Rafael Contel desarrolló fundamentalmente edificios de viviendas, muchos y en toda la ciudad. Entre ellos, hitos como el Balcón de Levante, en la confluencia de la Avenida del Puerto con Dr. Manuel Candela, o parte del Grupo Residencial Villadesol, la popularmente llamada «Finca del Tu-tú» en las calles Pintor Maella e Higinio Noja (antigua Samuel Ros), construido en los terrenos del primer campo del Levante C.F. Ambos respondían a una nueva concepción donde los bajos comerciales, acotados por pilares vistos, adquirían mayor altura y relevancia en la base del edificio, que quedaba sobreelevado. Fueron edificios singulares, con profusión de materiales: desde el hormigón y ladrillo vistos, revestimientos de gresite, bloques de pavés, o carpinterías de aluminio. «Residencial Villadesol estaba plagada de elementos innovadores. Fue, por ejemplo, uno de los primeros edificios con pilotajes».
La estructura metálica del Balcón de Levante fue también pionera. Se acababa de ejecutar en Valencia el edificio Garcerán, conocido como la Finca de Hierro, en la plaza de San Agustín, cuya estructura metálica le dio su sobrenombre. Ambos compartieron el mismo proveedor de estructuras, una empresa especializada ubicada en Guillem de Castro. Cuentan del Garcerán que fue el primer edificio de viviendas en emplearlas. No fue así. Lo que es cierto es que fue el de mayor envergadura: durante 40 años coronó el podio como edificio más alto de Valencia. El Balcón de Levante ocupaba el tercer lugar, tras la Torre de Valencia. Eran los primeros rascacielos, propiciados por los nuevos sistemas constructivos, que sorprendían con su altura al visitante. Y con ellos, la fisionomía de la ciudad empezaba a modificarse.
HOY EN DÍA RESULTA ADMIRABLE LA GRAN CALIDAD DE ESTAS EDIFICACIONES DE VIVIENDAS DE RENTA LIMITADA
Tanto el Residencial Villadesol como el Balcón de Levante, finalizados en 1967 y 1963, eran promociones de viviendas subvencionadas, nacidas al amparo de los planes nacionales de vivienda y de los decretos específicos para paliar los daños de la riada de 1957. «Hoy en día resulta admirable la gran calidad de estas edificaciones de viviendas de renta limitada».
Edificio Ulises
Y en la verticalidad de esta nueva arquitectura, el edificio Ulises, en El Perellonet, edificado ya en los años 70, en pleno desarrollismo de la zona. Borso di Carminati había ya fallecido y Pablo Hernández trabajaba estrechamente con Rafael Contel. Cuenta el aparejador que aquel edificio se hizo en dos fases, primero la torre de Contel, y posteriormente otros dos bloques más pequeños que la acompañan, obra de Gamón y Lavernia. Y que durante la ejecución de la obra, un desgraciado accidente llevó al fallecimiento de Lavernia. Hoy en día, una de la calles de El Perelló lleva su nombre: Arquitecto Lavernia. La singular estética de la torre Ulises luce hoy desmerecida ante los cerramientos desiguales y arbitrarios efectuados en los balcones de fachada.
Joyas de la edificación valenciana
Los recuerdos de Pablo Hernández recorren toda la ciudad, desde los tiempos en que la cimentación se calculaba tras arrojar un arillo y valorar su sonido y hundimiento hasta las grandes edificaciones de los años 2000. «Siempre a pie de obra», como buen aparejador. Y arquitecto técnico. Pablo lo es desde que en 1965 se renovara la titulación.
Y desde la arquitectura técnica ha contribuido a que los proyectos de los grandes arquitectos con los que ha trabajado se convirtieran en esos edificios que hoy son su legado en la ciudad. Hernández trabajó con ellos desde finales de los 50, pero la trayectoria de ambos es anterior. Cayetano Borso di Carminati (1900-1972) ha dejado en Valencia joyas como la fábrica de Bombas Gens, el Cine Rialto o el Ateneo Mercantil. Rafael Contel (1922-2015) aportó a la ciudad edificios como la Colegiata de San Bartolomé o las galardonadas Escuelas Profesionales San José.
Y junto a ellos, siempre un aparejador, hoy arquitecto técnico. Quizá él mismo sea otra gran joya poco conocida. Y es que junto a cada gran arquitecto ha trabajado, siempre, un gran aparejador.